Entrevista a Tomás Fadel de Fadel&Fadel
Hacés libros... ¿Por qué?
Hace poco un amigo me dijo
que hago libros porque es parte de mi formación. Algo así como que aprendí a
escribir, diseñar, trabajar, habitar el mundo adulto, editando. O más que
editando, teniendo una editorial. Como vos decís, haciendo libros. Yo aprendí el
oficio en la Escuela de poesía y edición de Daniel Durand, en el 2009/2010, y
empecé a hacer libros con él y Matías Heer en Colección Chapita, una editorial
con más de cuarenta títulos de poesía y traducciones. Ahí vi la unión
fundamental que se da entre contenido y forma a la hora de hacer libros, con
contenido y forma quiero decir qué textos se imprimen y cómo se arma el libro,
es decir, dos cosas consecuentes. Como yo hago libros de modo casero, es decir,
diseño, imprimo, encuaderno, hago todo (salvo la corrección, en donde recibo
ayuda, y en los consejos que me da mi grupo asesor de amigos), el tiempo es
limitado y debo elegir exhaustivamente qué publicar y qué no: ahí está el
criterio de selección, que es algo que se va mejorando con el tiempo, se va
aguzando, diría, y se va definiendo según el propósito de la editorial. Lo
mismo aplico para cómo hacer los libros: tienen que hacerse de un modo sencillo
que sea al mismo tiempo bello (para que llame la atención del comprador, puesto
que no tengo más publicidad que el boca a boca –además de que soy malo para las
redes sociales–) y útil, duradero, práctico. Por varios años aprendí y sigo
aprendiendo: cuál es el mejor método para abrochar, diferentes tipos de
costura, diferentes tipos de papel, para qué sirven y cómo se usan, qué es un
papel, por ejemplo, qué es una veta de papel, miles de cosas, a nivel objeto y
a nivel diseño: qué información debe o puede tener una tapa, la relación de
blanco y letra impresa en el diseño de interiores, los márgenes, la numeración,
el tamaño y el interlineado tipográfico, cómo elegir una tipografía, etc. Y
bueno, como ya tengo todo esto en la cabeza me va saliendo medio automático,
supongo que por eso mi amigo me decía que es parte de mi formación. Como que
hago libros porque sé hacerlos.
Desde mi punto de vista más
bien pienso que hago libros porque me gusta, porque me entusiasma un texto o
porque quiero ver un libro terminado, y lo hago como quiero y cuando quiero;
aunque esto a veces es medio mentira. Como todas las cosas, cuando uno tiende a
enfrascarse las cosas lo consumen y uno se vuelve su esclavo. Es algo que me
pasa siempre. Así que también puedo decir, en este sentido, que hago libros porque tengo una
editorial, y si no hiciera libros no tendría editorial. Parafraseando un poema
de Durand: y cuando deje de editar, no habrá editor… el texto perfecto no
necesita lector.
¿Cómo es llevar adelante una casa de edición?
Bastante divertido y
bastante frustrante. Está bueno porque hago lo que quiero, a veces flasheo que
monté una empresa de innovación tecnológica como los muchachos de sillicon
valley… pero del siglo xix en el siglo xxi: el libro es la tecnología más vieja
que sigue activa. Por eso pongo Uco Valley a veces en los libros, que es el
lugar donde nací también, en Mendoza. Pero esto es una broma. Me gusta hacer
bromas en los libros, pienso que los libros deben alegrar el corazón del
hombre. Y eso es lo contrario a frustrante… ¿sería gratificante? Pero claro,
por otro lado, el trabajo es mucho y se amontona, y hacer una editorial casera
es muy diferente a tener una editorial común, regular. El objeto parece el
mismo y tiene el mismo fin pero también parece distinto. Muchas veces recibo
críticas de amigos que señalan imperfecciones, y está bueno porque las veo y
las corrijo, pero por otro lado siento que no se comprende dónde está la
diferencia. La diferencia está en que una editorial casera, pequeña, no quiere
ni anhela transformarse en una editorial industrial o más grande, está bien
así, no quiere hacer mayor cantidad de libros ni vender en más librerías. A
veces me dicen, pero si hacés más libros alcanzás a más lectores. Y yo pienso,
sí, pero yo con los libros que hago alcanzo a los lectores fundamentales del
libro, los que el libro necesita (o será que eso pienso para decirme a mí
mismo), y prescindo de vender material a gente que no está interesada o que
después acopiará el libro junto con otros en los no-leídos de sus bibliotecas.
Tiendo a creer que si hago una encuesta entre mis clientes, el 100% de los compradores
lee los libros que me compra, incluso muchos los prestan o regalan después de
leerlos, por lo que diría que los libros tienen una efectividad de, ponele, el
150%, lo que son números ultra satisfactorios. Dicha esta locura, está claro
que hacer libros es también frustrante, si no… ¿por qué hubiera inventado todo
este chamuyo?
Entrevistó: Alan Jofre Khoury
La entrevista completa se puede leer en el segundo número de la revista INMATERIAL en issuu