El movimiento sacro: del templo físico al reino cibernético. Parte 1


Por: Martin Leonhardt.


Buda violeta

Históricamente, la religión fue ubicada en las antípodas de la tecnología; esta última habiéndose convertido en una herramienta fundamental del racionalismo económico a lo largo de los últimos doscientos años. Sin embargo, el choque tecnológico producido por la revolución digital de los años '90 parece haber erosionado las fronteras entre estas aparentes antinomias. ¿Estamos al borde de una nueva era donde religión y tecnología convergen en una suerte de "cibermisticismo"? Conozcamos a los ocultistas del siglo XXI: Electro-chamanes y clérigos del código binario en búsqueda de la liberación del sufrimiento y la impotencia inherentes al plano material. El ciberespacio es el templo moderno, hogar de lo divino, mapa infinito de bits que promete elevarnos hacia el próximo estadio evolutivo: la existencia por fuera del cuerpo1.



Introducción


Los últimos cien años han sido testigos de avances tecnológicos que revolucionaron la historia de la humanidad. En solo un par de siglos el discurso científico ha desplazado a los mitos religiosos prevalentes para dar paso a una era de paradigmas de corte racionalista y empírico. Estos cambios -a pesar de haber posibilitado avances que no pueden dejar de pensarse como menos que milagrosos- han dejado como saldo un apabullante desencantamiento de la realidad y un profundo detrimento de la vida espiritual del ser humano, lo que Max Weber acertadamente llamó "desencantamiento del mundo moderno" (Weber, 1904).
La clave para entender esto yace en la experiencia de trascendencia mística; en la promesa de trascender a la naturaleza, nuestros cuerpos...

El presente trabajo busca explorar cómo la reciente revolución digital del nuevo milenio ha dado paso a nuevas formas de experimentar la espiritualidad. La clave para entender esto yace en la experiencia de trascendencia mística; en la promesa de trascender a la naturaleza, nuestros cuerpos, nuestras predisposiciones humanas, nuestra historia, la vida, la muerte, etc. Esto es una parte fundamental de la religión y va más allá del miedo común a la muerte y el deseo de derrotarla; sino que resulta de una negación de todo lo que somos (self), en un esfuerzo de convertirnos en algo más, en otra cosa enteramente distinta. Aquí se intentará mostrar que este es el punto en común que actualmente comparten la religión y la ciencia; tal es así que los avances tecnológicos logrados en los últimos años -aunque oscurecidos por un discurso secular- fueron inspirados por profundos deseos religiosos de trascendencia, de comunión con lo infinito. En este contexto estamos viendo emerger tecnologías tales como la realidad virtual y el ciberespacio, herramientas que nos invitan a liberar la mente de su prisión corporal e ideológica.

Para desarrollar las ideas expuestas anteriormente tomaré algunas propuestas de pensadores como Timothy Leary y Terence McKenna, conocidos transhumanistas y figuras fundantes del misticismo racional2. Sondeando esta línea de pensamiento transhumanista3, pasaré a precisar el radical aporte que trae la noción de "cibergnosis". También me apoyaré en líneas teóricas más tradicionales, como la de Max Weber y Paul Ehrlich, para trazar un breve recorrido (desde una perspectiva histórica) de la relación entre religión y tecnología en los siglos XIX y XX.

La relación histórica entre la religión y la tecnología



La aceptación del par antinómico "religión/tecnología" -concepción ampliamente naturalizada en occidente- es una dicotomía bastante reciente, instituida hace no más de dos siglos. Las sociedades pre-industriales, es decir, las sociedades pertenecientes a la etapa histórica que suele denominarse "Edad Moderna", compartían una cosmovisión muy distinta; estas eran sociedades en donde la ciencia, la religión y la magia -a grandes rasgos- constituyeron una unidad indiferenciada. Es sólo la cultura burguesa, triunfante en la Revolución Francesa, la que distingue entre mundo religioso y mundo secular, diferencia que, en absoluto, es universal (Campagne, 2002).

La relación histórica entre la ciencia y la religión es bastante compleja, las múltiples maneras en las que ambas interactúan a través del tiempo dificulta la tarea de hacer una declaración unívoca sobre su coexistencia. No sólo la religión ha restringido la búsqueda de conocimiento científico, sino que también ha sido un elemento colaborador y la causa de varios logros tecnológicos. Parafraseando al biólogo Paul Ehrlich (Ehrlich, 2002), la religión fue creada -parcialmente- para explicar fenómenos que confundían a los humanos y para proveer estabilidad espiritual. Como la ciencia intenta, de manera concreta, explicar procesos naturales y descubrir las leyes del universo a través del uso del método científico, hay obviamente cierto solapamiento y conflicto entre ambas corrientes.
En este contexto estamos viendo emerger tecnologías tales como la realidad virtual y el ciberespacio, herramientas que nos invitan a liberar la mente de su prisión corporal e ideológica.

En las sociedades capitalistas emergentes del siglo XIX, religión y ciencia fueron los pilares fundantes del nuevo orden mundial. En la argumentación weberiana, la religión cobra su máxima importancia en cuanto a que constituía un elemento sancionador de impulsos irracionales que no se encontraban sometidos a ninguna regla. En esta medida, entonces, el calvinismo y el puritanismo colaboraron con el nacimiento del capitalismo moderno europeo. La idea de predestinación, también, hizo que la organización racional del trabajo fuera vista como un orden que había que instaurar en la Tierra, como una cruzada sagrada que había que cumplir; en este contexto, el afán de lucro no solo estaba aceptado socialmente, sino que era considerado un precepto divino. El ascetismo laico protestante sancionó éticamente el trabajo incesante como medio ascético superior y, al hacerlo, constituyó la más poderosa herramienta de expansión de la concepción de la vida que Weber pasó a llamar "el espíritu capitalista" (1904). A su vez, la tecnología y los nuevos avances científicos fueron instrumentalizados por el racionalismo económico (esto es, el sometimiento de la vida social a regulación precisa, a la extensión del cálculo exacto a la economía y a la aplicación de los métodos científicos a la producción). Bajo estas condiciones surgen los avances científicos que dieron pie a la revolución industrial; la máquina de vapor y el motor de combustión interna marcaron un hito tecnológico que permitieron el surgimiento de la industria moderna. La producción en serie, las migraciones masivas del campo a la ciudad, la estratificación social en burguesía y proletariado, etc. fueron todos fenómenos culturales logrados en gran parte gracias a las nuevas tecnologías y a la moral protestante que las impulsaba.

Recapitulando, encontramos que desde los albores del capitalismo, la religión y la tecnología han mantenido una estrecha relación, influyéndose mutuamente. Es al entrar la racionalización a todas las esferas de la vida humana, sin embargo, que los mitos religiosos fundantes se fueron debilitando y perdiendo vigencia; la realidad cobró otro matiz y de a poco perdió su encanto. Con la secularización, la fe religiosa iría cediendo terreno en el mundo moderno ante el avance de la razón y el pensamiento científico. Actualmente, a pesar de asistir a un tangible retroceso de las formas religiosas tradicionales, estamos viendo surgir nuevas formas en las que el hombre experimenta su naturaleza espiritual, auxiliado por recientes avances tecnológicos. A continuación describiré dos de ellos: el ciberespacio y la realidad virtual.



1. De ahora en más utilizaré los términos "religión" y "espiritualidad" indiferenciadamente, pues para los propósitos de este trabajo no es necesario reparar en detalles. Así como también haré igual uso de los vocablos "ciencia" y "tecnología", ya que la tecnología moderna es un producto de la ciencia y ésta no puede proceder sin la tecnología.
2. El misticismo racional es una corriente epistémica que estudia el funcionamiento de estados alterados de conciencia y estados trascendentales tales como el trance, las visiones y el rezo. Incluyen líneas de investigación históricas, filosóficas y científicas (de campos tales como la neurofisiología y la psicología).
3. El transhumanismo consiste en un movimiento cultural e intelectual cuya meta fundamental es la transformación de la condición humana a través del desarrollo de tecnologías que pueden mejorar altamente las capacidades intelectuales, físicas y psicológicas del humano. A pesar de haber múltiples líneas de pensamiento transhumanista, todas coinciden en el objetivo de trascender las limitaciones humanas.

Imágen: Pete Linforth

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